lunes, 4 de abril de 2011

Una de cal y otra de arena

De vuelta a la senda de la derrota. Y, por enésima vez, mostrando una imagen lamentable. La situación no llega a ser drástica, pero las sensaciones son preocupantes.

La irregularidad patente no invita al optimismo, aunque tampoco es sinónimo de pesimismo. Continuamente, se pasa de la euforia a la decepción, de la decepción a la euforia. No hay término medio. No hay una dinámica positiva constante. Pero tampoco existe un descalabro, una disposición irreversible.

Ocho finales restan, ocho razones para creer en la salvación, en certificar una permanencia que suponga el prólogo de una historia con tintes esperanzadores, ilusionantes, gloriosos.