lunes, 23 de noviembre de 2009

Muñiz y su crédito ilimitado

No importan los resultados, ni el mal juego desplegado, ni la imagen lamentable que muestra semana tras semana el Málaga. Muñiz puede estar tranquilo ya que su cargo no va a ser cuestionado por los mandamases del club, y más en concreto por el presidente, su principal valedor.

Da igual la situación en la que se encuentra el equipo, la incapacidad del entrenador de confeccionar un sistema que saque un mayor rendimiento, su escasez de ideas y de recursos a la hora de plantear un encuentro, su conformismo por obtener antes un empate que una victoria, su imagen patética en los partidos al refugiarse en el banquillo sin dar orden alguna. El asturiano, como ya es sabido, siente el respaldo de los de “arriba” y no teme por su puesto, por lo que no le importa hacer experimentos jornada tras jornada como si de pretemporada se tratase.

Y para nada cuenta la opinión del respetable, que al unísono mostró su desacuerdo con la labor del entrenador y pidió su dimisión. Lo que prevalece en el seno malaguista es la relación de amistad que existe entre Sanz y Muñiz, y no el fruto de su trabajo. Y esto puede provocar algo que parecía inviable tras la primera jornada: el descenso.

Nadie duda de la excelente labor del presidente al frente del club, que fue capaz de tomar las riendas en un momento delicado, de sanearlo y de conseguir devolver al conjunto malaguista a la élite del fútbol español. Pero, en este caso, su decisión de mantener al técnico asturiano en el cargo es erróneo y a la vista están los resultados. Un cambio de rumbo en el banquillo es lo necesario, y si la falta de liquidez es un impedimento, Sanz deberá aportar de su bolsillo al equivocarse en su apuesta personal por Muñiz.

domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Cambio de aires?

Cinco puntos de treinta posibles es el pobre bagaje que presenta el Málaga, un equipo diseñado para no pasar apuros en la máxima categoría y con el objetivo de intentar igualar o superar lo cosechado en la pasada temporada.

Aunque todavía es pronto para pensar lo que puede deparar este mal comienzo en el futuro, la sensación que transmite el conjunto malacitano para nada es ilusionante, sino todo lo contrario, preocupante.

La incapacidad del entrenador de sacar esta situación adelante está más que comprobado. Si bien las lesiones están siendo un factor determinante que merma por completo la formación de un once tipo, el asturiano se ve incapaz de conformar un esquema básico que saque un mayor rendimiento al equipo. Además, su conformismo y su poca ambición son, sin atisbo de duda, una de las principales causas de este pésimo inicio de temporada.

Sin embargo, la totalidad de la culpa no reside en la labor de Muñiz. Las nuevas incorporaciones no están rindiendo al nivel esperado, salvándose de esta quema Munúa, Obinna y, tal vez, Juanito, cumpliendo en la mayoría de encuentros pero muy impreciso en sus pases. El resto parece no haberse aclimatado al “juego” del equipo (por llamarlo de alguna forma, puesto que no dispone de un estilo conformado) o, simplemente, no tienen el nivel óptimo para una liga tan exigente.

Pero no solo los recientes fichajes no están consiguiendo demostrar su valía, sino también algunos jugadores que ya formaban parte del plantel malaguista en las anteriores campañas. Es el caso de Baha, incomprensible que sea titular indiscutible; Alberto Luque, que no es capaz de recuperar su mejor forma; o Weligton, que en algunos partidos parece contagiarse del desastre defensivo que acecha a la zaga.

Con veintiocho jornadas por delante, la situación no llega a ser drástica y hay tiempo suficiente para cambiar el rumbo, pero para ello es imprescindible el relevo en el banquillo con un nuevo técnico que adopte un estilo de juego convincente, recupere la confianza de la plantilla y transmita un espíritu ganador. Y todo esto, cuanto antes, mejor.